Los equipos de rescate buscaban este martes supervivientes entre la devastación causada por un terremoto en la isla indonesia de Java, que dejó 252 muertos y cientos de heridos.

El epicentro del terremoto del lunes, de magnitud 5,6 y de escasa profundidad, se detectó cerca de la ciudad de Cianjur, en la provincia de Java Occidental, la más poblada del país.

Adam, portavoz de la administración de la ciudad -la más afectada- y quien como muchos indonesios lleva solo un nombre, confirmó a la AFP el nuevo balance de 252 muertos, 31 desaparecidos y más de 300 heridos. El anterior reporte informaba de 162 muertos.

Mapa de localización del epicentro del sismo registrado en Indonesia, el 21 de noviembre de 2022 – AFP / AFP

Mientras algunos socorristas sacaban bolsas de cadáveres de los edificios destruidos, otros buscaban incansablemente supervivientes, tratando de llegar a zonas de difícil acceso por los obstáculos caídos en la carretera.

En un entierro en un pueblo cerca de Cianjur, familiares de Husein, víctima de 48 años, rompieron en llanto. “Acabo de perder a un hermano hace 10 días. Ahora he perdido a otro. Esperaba que sobreviviera y que nada malo le pasara”, dijo Siti Rohmah, desconsolada.

Dimas Reviansyah, un socorrista de 34 años, explicó que sus equipos usan motosierras y excavadoras para abrirse paso entre los árboles caídos y los escombros hasta las zonas donde creían que podían encontrar civiles.

“No he dormido desde ayer, pero tengo que seguir porque hay víctimas que no fueron encontradas”, dijo.

El presidente indonesio Joko Widodo visitará la zona este martes, según la cadena Metro TV.

Varias personas seguían enterradas bajo los escombros de los edificios, según el jefe militar de la zona, Rudy Saladin.

Entre las víctimas había estudiantes de un internado islámico. Muchos de los muertos quedaron sepultados por desprendimientos de tierra o por el colapso de sus casas.

“La habitación colapsó y mis piernas quedaron enterradas entre los escombros. Pasó todo tan rápido”, dijo a la AFP Aprizal Mulyadi, estudiante de 14 años.

Consiguió escapar gracias a su amigo, Zulfikar, que después moriría atrapado bajo las ruinas.

“Me quedé devastado al verlo así, pero no podía ayudarlo porque mis piernas y mi espalda estaban heridas”, explicó.

 

– “No ha quedado nada” –

 

El operativo de rescate se veía entorpecido por los cortes de carreteras y del suministro de energía en algunas partes de esta zona rural y montañosa.

El martes por la mañana, un 89% de la red eléctrica en Cianjur se había recuperado, indicó la agencia estatal Antara.

El gobernador de Java Occidental, Ridwan Kamil, indicó que unas 300 personas resultaron heridas y más de 13.000 fueron trasladadas a centros de evacuación.

Aquellos que sobrevivieron acamparon al aire libre en una oscuridad casi total, rodeados por escombros, cristales rotos y grandes cascotes de hormigón.

Los doctores trataban a los pacientes en el exterior en hospitales de campaña levantados improvisadamente después del terremoto, que se sintió en la capital Yakarta.

Familiares de luto esperaban que las autoridades les entregaran los cadáveres para enterrarlos siguiendo el rito islámico.

Un hombre cargaba con su hijo muerto envuelto en una manta blanca por su aldea, mientras otros todavía buscaban desesperados a sus seres queridos.

El padre de Rahmi Leonita conducía una motocicleta cuando se produjo la sacudida.

“Su teléfono no está activo. Estoy en estado de shock ahora. Estoy muy preocupada, pero con mucha esperanza”, dice llorando la mujer de 38 años.

 

– “No ha quedado nada” –

 

En un refugio en la localidad de Ciherang, cerca de Cianjur, los evacuados estaban sentados en lonas en medio de una fría mañana. Bebés y niños dormían bajo la atenta mirada de sus madres exhaustas.

Nunung, una mujer de 37 años que como muchos indonesios solo tiene un nombre, consiguió salir y sacar a su hijo de 12 años de los restos de su casa colapsada.

“Grité pidiendo ayuda pero nadie vino a nosotros. Tuve que liberarnos excavando”, dijo a la AFP con el rostro todavía cubierto de sangre seca.

“No ha quedado nada. No hay nada que pudiera salvar excepto las ropas que llevamos”, afirmó.

La devastación causada por el terremoto se agravó por una ola de 62 réplicas más pequeñas, con magnitudes de 1,8 a 4, que sacudieron esta ciudad de 175.000 habitantes.

Indonesia registra a menudo terremotos por encontrarse en el “cinturón de fuego” del Pacífico, punto de encuentro de placas tectónicas.

El país sigue marcado por el terremoto del 26 de diciembre de 2004, de una magnitud de 9,1, frente a las costas de Sumatra.

El potente temblor desencadenó un devastador tsunami que causó la muerte de 220.000 personas en toda la región, de ellas 170.000 en Indonesia, una de las catástrofes naturales más mortíferas jamás registradas.

     

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