El sospechoso del ataque a dos iglesias en Algeciras (sur), que dejó un sacristán muerto y un sacerdote herido, tenía orden de expulsión de España por su situación migratoria irregular pero carecía de antecedentes penales, informó el jueves el gobierno.

El sospechoso, un marroquí de 25 años que fue detenido, atacó con un machete la tarde del miércoles las dos iglesias ubicadas cerca una de la otra en el centro de esta ciudad portuaria en el extremo sur de España, en la región de Andalucía.

Contra él pesaba “un expediente de expulsión por situación irregular” abierto “en junio pasado”, un “procedimiento administrativo (…) cuya ejecución no es inmediata”, explicó en un mensaje a periodistas un portavoz del Ministerio del Interior.

El detenido no tenía “antecedentes penales ni por terrorismo, ni en España ni otros países aliados”, abundó el portavoz, quien aseguró que el sospechoso no había estado bajo vigilancia policial “ni en los últimos días ni anteriormente”.

Según varios medios españoles, el presunto atacante vivía cerca de las iglesias.

El ministerio señaló que durante la madrugada del jueves se realizó un registro en la vivienda del sospechoso y que “todos los efectos intervenidos” están siendo analizando.

Tras el ataque, la Audiencia Nacional, una instancia superior a cargo de casos complejos, abrió una investigación por presunto terrorismo.

De todas maneras, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, dijo este jueves desde Estocolmo, donde se reunía con homólogos europeos, que todavía no se puede afirmar si los hechos son de “naturaleza terrorista o cualquier otra naturaleza”.

Grande-Marlaska, quien afirmó que “no hay terceras personas involucradas en los hechos”, se trasladará en las próximas a Algeciras “para seguir sobre el terreno las investigaciones”, señaló su oficina.

– “Momento de dolor” –

 

Según el Ministerio del Interior, el joven marroquí, a quien podía verse con barba y sonriente en una foto tomada tras su arresto, entró pasadas las 18H00 GMT del miércoles a “la iglesia de San Isidro de Algeciras, donde, armado con un machete, ha atacado al cura, dejándolo gravemente herido”.

“Posteriormente ha accedido a la iglesia de Nuestra Señora de La Palma en la que, tras causar diversos destrozos, ha atacado al sacristán”, Diego Valencia, quien logró “salir de la iglesia pero ha sido alcanzado por el atacante en el exterior, donde le ha causado heridas mortales”, según el ministerio.

El sacerdote, Antonio Rodríguez, resultó herido “en el cuello” y fue hospitalizado, mientras que Diego Valencia murió en el acto, según los servicios de emergencia.

El alcalde de Algeciras decretó un día de luto e invitó a los vecinos a congregarse para condenar el atentado al mediodía del jueves frente a la iglesia cerca de la cual fue asesinado el sacristán.

En esta ciudad de 120.000 habitantes, reinaba el estupor.

“Es un momento de dolor”, señaló a la radio pública RNE Juan José Marina, párroco de la Iglesia de Nuestra Señora de La Palma, quien afirmó que no se temía un ataque así “porque las relaciones con el mundo islámico en Algeciras son buenas y no tenemos ningún problema”.

“Ha sido algo que se escapa a toda lógica”, dijo de su lado a RNE Dris Mohamed Amar, portavoz de la Unión de Musulmanes en la zona, quien dijo esperar “que sea un caso aislado, de un loco, un demente, y no algo premeditado”.

 

– Sin “demonizar a colectivos” –

 

Los condenas a lo ocurrido continuaban acumulándose este jueves.

César García Pagán, secretario general de la Conferencia Episcopal Española, dijo en un evento con periodistas que fueron “hechos condenables, injustificables, execrables”, pero advirtió del “peligro de demonizar a colectivos”.

El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, envió sus “más sinceras condolencias a los familiares del sacristán fallecido”, mientras que el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, del Partido Popular (derecha, PP), mostró su consternación.

Los últimos atentados yihadistas en España se remontan a agosto de 2017 y ocurrieron en Barcelona y la localidad balnearia de Cambrils, ambas en Cataluña. Los ataques, reivindicados por el grupo Estado Islámico, dejaron 16 muertos y 140 heridos.

     

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