Los talibanes celebraron este miércoles el primer aniversario de la retirada de las tropas extranjeras encabezadas por Estados Unidos tras una brutal guerra de 20 años, con cánticos victoriosos y un desfile militar.

Los habitantes de Kabul prefirieron quedarse en casa en este día declarado festivo, pero cientos de partidarios del régimen se reunieron en la plaza Masud, cerca de donde estaba la embajada de Estados Unidos.

“¡Muerte a Estados Unidos!¡Muerte a los ocupantes”, gritó la multitud y también entonaron cánticos como “Viva la libertad” en una concentración en la antigua base militar de Bagram, que fue el centro neurálgico de las fuerzas estadounidenses durante la larga guerra.

“La bandera del islam onda alto. Estamos felices de vivir bajo la bandera del islam”, declaró a AFP Shah Ahmad Omari un combatiente talibán.

El nuevo gobierno de Afganistán –no reconocido formalmente por otros países– reimpuso una versión rigorista del islam y marginó a las mujeres de la vida pública, a pesar de las sanciones y de una creciente crisis económica y humanitaria .

Kabul se llenó de pancartas en conmemoración de las victorias contra tres imperios, dado que la disuelta Unión Soviética y Reino Unido también perdieron sendas guerras en Afganistán.

Cientos de banderas blancas de los talibanes con su proclama de fe islámica ondearon en los postes de iluminación y edificios gubernamentales.

“Estamos felices de que Alá nos haya liberado de los infieles en nuestro país, y el Emirato islámico se haya restablecido”, dijo a AFP Zalmai, residente de Kabul.

– Desfile militar –

Este día marca el primer aniversario de “la liberación de la ocupación estadounidense”, declaró este miércoles el gobierno en un comunicado. “Dios dio a nuestra nación musulmana esta inmensa libertad y esta victoria”, agregó.

“Tantos muyahidines (“combatientes del régimen”) resultaron heridos, tantos niños quedaron huérfanos y tantas mujeres quedaron viudas”, continuó el gobierno, que instó a la comunidad internacional a una “política razonable” para dialogar.

La salida de las tropas la medianoche del 31 de agosto puso fin a la guerra más prolongada de Estados Unidos, una intervención militar que comenzó tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York.

Unos 66.000 soldados afganos y 48.000 civiles murieron en el conflicto, pero fue la muerte de 2.461 soldados estadounidenses lo que la opinión pública norteamericana no aceptó.

También murieron más de 3.500 soldados de otros países de la OTAN.

Dos semanas antes del final de la retirada escalonada, los talibanes tomaron el poder tras una ofensiva relámpago contra las fuerzas gubernamentales.

En el aeródromo de Bagram grupos de combatientes celebraron un desfile vestidos con la túnica tradicional y con granadas en la espalda ante una multitud.

Unos minutos más tarde, decenas de vehículos militares fueron exhibidos, incluyendo el característico todoterreno estadounidense Humvee y carros de artillería confiscados en la guerra o abandonados por las fuerzas extranjeras en la caótica retirada.

– “Tristeza” –

La noche del martes el cielo de Kabul se llenó de fuegos artificiales entre disparos de celebración.

Las redes sociales de los talibanes subieron numerosas fotos y videos de soldados jóvenes, muchos luciendo el equipo militar estadounidense abandonado en el apresurado y caótico retiro de Washington.

“Así se burla a una superpotencia después de humillarla y obligarla a retirarse de tu país”, se leía en un mensaje de Twitter con la foto de una enorme bandera talibana pintada en el muro de la antigua embajada estadounidense.

Pese al orgullo talibán, los 38 millones de afganos ahora enfrentan una severa crisis humanitaria, agravada luego de que millones de dólares en reservas fueron congelados y se suspendió la ayuda externa.

Las dificultades para los afganos de a pie, en especial las mujeres, han aumentado.

Los talibanes cerraron las escuelas secundarias para niñas en varias provincias e impiden a las mujeres asumir muchos cargos públicos.

También ordenaron a las mujeres cubrirse totalmente en público, idealmente con una burka, el velo integral.

“No tengo ningún recuerdo bueno del último año. Tengo que pensar dos veces qué me pongo para salir a la calle para evitar que me golpeen los talibanes”, declaró Marwa Naseem, que vive en Kabul.

“Además me produce tristeza que las chicas no puedan ir a la escuela, algo que forma parte de la vida normal. Los talibanes sólo usan la religión para impedir que las mujeres progresen”, se lamentó.

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